Adegas Día-Noite

La transformación experimentada en el viñedo gallego estos últimos años ha sido total. Se han recuperado las uvas autóctonas que estuvieron a punto de sucumbir ante la capacidad reproductora de otras uvas foráneas, cuyas cepas daban grandes cantidades de frutos, que era lo que interesaba entonces.

Valía más la cantidad que la calidad. Una de estas uvas es la godello, también conocida por agudello, berdello y godelho. Ante esta diversidad de nombres tan locales, nadie puede dudar de su condición de gallega profunda.

El clima de Valdeorras es el más seco de toda Galicia, con muchas horas de sol y una especial luminosidad, pero también con abundantes precipitaciones, lo que convierte estos valles en auténticos vergeles.

Valdeorras, como casi toda Galicia, fue invadida de la uva palomino y sus vinos blancos no llegaron a alcanzar ni siquiera un poco de dignidad. Afortunadamente en el año 74 surgió un programa de resestructuración de viñedos en Valdeorras y en él, la vuelta a la cepa godello era objetivo primordial.

Uno de los pioneros en la zona fue Antonio Alvarez, que construyó una moderna bodega en una ladera, rodeada de unas pocas hectáreas de viñedo que él plantó, por supuesto godello, y la llamó Medorras. El emplazamiento elegido fue esplendido estética y enológicamente hablando pues son unas buenas laderas.

Sus vinos, de nombre Godellón, desde su nacimiento tuvieron una gran acogida por parte del público. Años después, en 1990, la bodega fue adquirida por unos nuevos propietarios que continuaron la buena labor del fundador. En nuevo nombre fue Adega Día-Noite, al blanco lo llamaron día, y su etiqueta representa el sol; al tinto lo llamaron Noite y es la luna la que ocupa su lugar.