El Club de las 25 celebró la pasada noche un evento por todo lo alto en el Hotel Palace de Madrid, donde pudimos ver numerosos rostros conocidos del mundo de la política, el cine, la televisión o el deporte. Como cada año, el Club hace entrega de galardones a aquellas personas más representativas que defienden la presencia de la mujer, de una forma solidaria, en todos los ámbitos de la vida.
El acto, presidido por la Vicepresidenta Primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, ha contado con la colaboración de profesionales como Rosa María Calaf, quien presentó el evento, la escritora Lucía Etxebarría, Karmele Marchante como presidenta del Club o Pedro Zerolo, secretario de asuntos sociales y relaciones con las ONG del PSOE.
Edurne Pasaban fue una de las premiadas, por ser la única mujer española que ha alcanzado los 12 ochomiles. El galardón fue un abanico diseñado por Lolita Flores y se lo entregó Sara Carbonero, periodista de Telecinco. Junto a la alpinista, se reconoció el esfuerzo de Amenábar, Blanca Portillo o Lola Herrera, entre otros.
Yumping.- Desde muy temprana edad en la montaña… y sin ir más lejos con tus padres. Ellos te enseñaron el excursionismo y tú cogiste carrerilla. ¿Cómo fueron los inicios?
Edurne Pasaban.- Como tú muy bien dices, empecé de pequeña de la mano de mis padres ya que la verdad es que el País Vasco es un entorno de montaña y en ese sentido da mucho juego. Me apunté a un curso en mi pueblo, Tolossa, y allí conocí gente nueva, nuevos amigos. Empecé poco a poco y el camino me ha ido guiando.
Y.- A los 16 años ya estabas escalando picos de más de 4.000 metros y un año más tarde llegarías a la cumbre del Chimborazo, de más de 6.000 metros. Una adolescencia diferente a las demás, ¿verdad?
E.P.- Sí, fue una adolescencia diferente. Tenía mis amigas de la cuadrilla de la escuela pero también tenía otro grupo de amigos que hacían escalada, iban a la montaña, salían… Hice dos grupos: las amigas de toda la vida y amigos mayores que yo con los que escalaba. Pero sinceramente no me divertía estar los domingos comiendo pipas en el parque, así que me decanté por la escalada, me gustaba más.
Y.- ¿Cómo hay que entrenarse día a día para practicar este deporte?
E.P.- Ahora mi día a día está muy planificado, con entrenamientos en Barcelona. Al principio era más a mi ritmo, hacía montaña y cuando podía el entrenamiento lo compaginaba con el trabajo. Pero un día decidí dedicarme a esto por completo.
Y.- Fue entonces cuando dejaste tu profesión de ingeniero, ¿verdad?
E.P.- Sí, dejé la profesión de ingeniero, dejé de trabajar con mi padre y ahora ya es dedicarme al entreno y a este tipo de eventos.
Y.- ¿Cuál es el planteamiento de cada expedición?
E.P.- Ahora todo es más fácil, estoy dentro del equipo de Televisión Española “Al filo de lo imposible” entonces somos un grupo bastante formado, siempre somos los mismos y de una expedición a otra ya va todo a un ritmo. Nosotros vinimos el miércoles pasado y la directora del programa ya me ha llamado para planificar el Annapurna del año que viene. Tengo mucha gente alrededor mía que colabora y me ayuda mucho.
Y.- La escalada es una profesión en la que el compañerismo es fundamental. ¿La convivencia es dura en la alta montaña?
E.P.- La convivencia es dura porque son 24 horas con la misma gente en el mismo sitio y la verdad es que aunque somos todos muy amigos, siempre hay roces. Pero lo mejor es que como nos conocemos tan bien sabemos lo que quiere uno o lo que le pasa a otro.
Y.- ¿Y la competitividad?
E.P.- Siempre hay un poco el tema de terminar los 14 ochomiles y voy con una coreana y una austriaca a ver quién llega antes, pero esta competencia se ha creado más alrededor nuestra por los medios de comunicación. Entre nosotras no hay ninguna competencia.
Y.- ¿Qué sientes en aquellas expediciones en las que necesariamente hay que dar la vuelta y regresar a casa sin haber tocado la cima, como te ha ocurrido en el Shisha Pangma?
E.P.- Hay que saber afrontar los momentos buenos y los malos, es verdad que tomar una decisión de abandonar una montaña como nos acaba de ocurrir, es bastante duro. Cada vez el peso es mayor, la gente, los medios, los sponsores… todos están pendientes de ti y te siguen más, pero cuando no se puede no se puede y prefiero volver a casa que no volver.
Y.- En tu página web publicas siempre que puedes comunicados contando tu día a día, las experiencias de cada momento, cómo está el tiempo… Además de una gran presencia en Internet, donde los usuarios pueden mandarte sus mensajes de apoyo. ¿Te hace sentir más cerca de tus fans y familiares?
E.P.- Me encanta, sobre todo me gusta transmitir lo que siento en las expediciones. El calor que me da la gente, su apoyo… es esencial cuando estás en medio de una montaña, lo agradezco muchísimo y me parece necesario en un trabajo como el mío.
Y.- El Club de las 25 te hace entrega esta noche de un galardón por tu trayectoria. ¿Qué has sentido?
E.P.- Me parece fantástico, estoy muy contenta porque últimamente estoy recibiendo muchos premios y esto es un reconocimiento de un trabajo que llevo haciendo mucho tiempo. Son ya diez años haciendo ochomiles; los primeros años no te conoce nadie pero hay que ir sembrando. Ahora se coge con gusto, con muchas ganas y con cariño, la verdad.
Y.- Uno de los objetivos del Club de las 25 es luchar por los derechos de las mujeres y su posición en el mundo actual. Con el premio que acabas de recibir se reconoce tu esfuerzo y entrega en la escalada. ¿Crees que las mujeres deberían tener más peso en el deporte?
E.P.- Lo que ocurre es que las mujeres tenemos un momento en el que cuando alcanzamos una edad como la mía, quizás dejas más el deporte profesional por temas como la familia o la maternidad. Pero yo creo que la mujer tiene que seguir haciendo deporte, quizá no profesionalmente, pero sí mantenerse en actividad.
Y creo que las mujeres cada vez hacemos mucho más deporte. Este verano estuve en Estados Unidos y me he quedado muy sorprendida de la cantidad de deporte que hace allí todo el mundo. Yo iba a menudo a un rocódromo y había señoras de más de 40 años escalando como si fueran al gimnasio.
Y.- En una profesión tradicionalmente de hombres, ¿cómo se vive eso?
E.P.- Como tú bien dices, el hombre, no sólo en este deporte sino en muchos otros, ha tenido siempre el protagonismo. Aún a estas alturas en la escalada sigue teniendo mucho peso, sin ir más lejos vivo el día a día rodeada de hombres, que son con quienes realizo las expediciones. A la hora de la convivencia se nota mucho y a lo largo de mi trayectoria he tenido que demostrar muchas cosas por el hecho de ser mujer.
Fotografías: Deivi Ruiz