El ansia del hombre por conocer su pasado
El aislamiento de que ha sido objeto el fondo del mar durante siglos incrementa nuestras expectativas de descubrir hallazgos excepcionales, incluso con mayor incidencia que en el entorno terrestre, en el cual todos los vestigios sufren una mayor degradación.
El submarinismo te permite descubrir infinidad de objetos impresionantes. Pero descubrir en arqueología no significa rescatar. Aquí descubrir implica un proceso de estudio, previo y posterior al descubrimiento, explorar y obtener información del sitio y los objetos y, al final, exponer conclusiones históricas. Es decir, requiere un método.
Explorar tiene un elevado coste
¿Sabías que los primeros arqueólogos subacuáticos fueron unos profesionales terrestres a finales del siglo XIX? Éstos contrataban buzos recolectores de esponjas y coral para que les describieran los restos materiales que veían en sus inmersiones. Desde entonces ha llovido mucho, pero en el fondo del mar y en el campo de la arqueología subacuática, las cosas no han cambiado tanto.
Los arqueólogos, que antes pagaban para que otros vieran bajo el mar por sus ojos, necesitan ahora de sofisticados medios de detección y localización que les permita descubrir y explorar fondos remotos y, a veces, inaccesibles para el hombre. Por ello, los arqueólogos siguen pagando para poder arrancarle al agua sus secretos. Ya sea con su presencia personal en la exploración o en el uso de modernos equipos de detección, la inversión económica de cualquier proyecto arqueológico bajo las aguas implica importantes sumas de dinero que, a menudo, debe rentabilizarse política, económica o científicamente.
Documentación y prospección
Por todo lo que hemos visto, cualquier proyecto requiere una larga y minuciosa planificación. Ante la evidencia de un posible yacimiento y después de una etapa de recogida de documentación, se realizan prospecciones sobre el terreno.
Se pueden utilizar métodos de exploración visual, en los que intervienen los buceadores o equipos de vídeo teledirigidos, y otros métodos más sofisticados de localización de restos. Si el lugar reúne suficientes motivos de estudio llega, por fin, el momento de excavar el yacimiento o de posponerlo para futuras campañas.
¿Como es una exploración submarina por dentro?
Con la excavación se inicia un complicado proceso que, una vez en marcha, se convierte en irreversible para los materiales extraídos. Si no se interpreta correctamente la información que contienen, ésta se pierde irremisiblemente.
Cada excavación es distinta. Depende, en gran medida, de las condiciones ambientales, de las características del yacimiento y, lógicamente, de los medios materiales disponibles así como de los expertos en buceo.
De forma general, la mayor parte de las excavaciones subacuáticas se organizan in-situ con diversos equipos especializados. Unos realizan los trabajos subacuáticos y otros sirven de apoyo a los buceadores. Otros miembros del grupo actúan como auxiliares en superficie y en el mantenimiento y, por fin, existen los responsables de recepción y almacenaje de los materiales extraídos del fondo.
A veces la finalidad del proyecto no es excavar un cargamento. El escenario puede ser tan dispar entre sí como el entorno del casco de un navío o el de los muros de una casa cubierta por el agua. Sea como sea, la metodología utilizada ha de garantizar que el resultado final permita reconstruir, documentalmente, la posición de los restos después de retirar las capas de arena o sedimento que los cubren.
El proceso de excavación
Cuando el lugar a excavar ya ha sido delimitado se procede a posicionarlo topográficamente en el plano respecto a tierra. Empieza entonces el proceso de extracción de las diferentes capas de sedimento que cubren el yacimiento. La técnica de extracción, en cada caso, dependerá del responsable de la excavación y de las características del lugar.
El arqueólogo se sirve de diferentes útiles para eliminar esas capas y dejar los restos al descubierto. Quizás el instrumento más conocido sea la manga de succión, que se relaciona ineludiblemente con la Arqueología subacuática.
La manga de succión. Es un medio de apoyo, una vez se ha apartado con la mano la arena o el sedimento que cubren el yacimiento. La manga nunca debe aplicarse directamente sobre el lecho de material ya que, con su succión, arrastraría datos y materiales imprescindibles para el estudio de conjunto. La manga aspira el depósito cuando ya está levantado del lecho y lo sitúa lejos de allí, evitando que vuelva a posarse en la zona de trabajo.
Funciona mediante un compresor situado en superficie con el que se inyecta aire a través de un tubo flexible por la base rígida de la manga. Cuando el aire asciende a superficie, provoca un efecto de succión que se transmite al extremo rígido de la manga, aspirando lo que esté situado frente al orificio. El uso incorrecto de una manga de succión puede suponer una catástrofe en el yacimiento, por ello nunca deben dejarse en el lecho marino sin control.
En todo momento los arqueólogos bajo el agua operan cabeza abajo, valiéndose de la ingravidez que proporciona el medio acuático. De esta forma no se remueve ni se daña el yacimiento.
Cuando la zona de material ya está libre de sedimento, se documenta mediante la fotografía estereoscópica, el vídeo y / o el dibujo para dejar constancia de la situación tal cual aparece. Esto es imprescindible para una futura reconstrucción en un plano, ya en superficie. Sólo cuando toda esa información ya ha sido obtenida, se procede a la extracción ordenada de la capa de material arqueológico que, una vez en tierra, debe numerarse, clasificarse y catalogarse para su estudio. El proceso de excavación se va repitiendo y una capa tras otra son descubiertas hasta finalizar la excavación.
Los instrumentos de búsqueda: uno a uno
Los instrumentos de detección de restos suelen ser tan sofisticados como costosos. Los más utilizados son:
- El sonar de barrido lateral. Tiene forma de torpedo y se arrastra desde una embarcación. Funciona por ondas acústicas de alta frecuencia que emite horizontalmente a ambos lados del recorrido. Gracias al rebote de dichas ondas se produce una imagen gráfica del lecho acuático de una forma parecida a la fotografía aérea.
- El diagramador del perfil del subsuelo. Utiliza la misma técnica pero con ondas sonoras de baja frecuencia en emisión vertical para penetrar en los sedimentos del fondo. La aparición de restos enterrados queda reflejada en una respuesta diferente al retorno de las ondas.
- El magnetómetro de protones. Detecta las variaciones del campo magnético terrestre causadas por la presencia de objetos metálicos ferrosos, tanto si están enterrados o en la superficie del lecho. La forma y la magnitud de la anomalía nos dará la indicación de la masa de hierro que la produce y de la profundidad a la que se encuentra.
Una vez recuperados los restos
Cuando todo el material ha sido documentado, se inicia un proceso de estudio e interpretación de la información que aporta, tanto cada pieza en sí misma como en su ubicación original. Es una fase multidisciplinar en la que pueden intervenir químicos, que se encargan de la conservación de los materiales fuera del agua, biólogos y zoólogos, que analizan las muestras orgánicas, entre muchos otros especialistas.
Será el momento de decidir la difusión que se va a dar a las conclusiones. No en vano entran de nuevo en juego los condicionantes ya mencionados de tipo político, científico o económico. A pesar de las numerosas dificultades para su obtención, la historia bajo el agua nos revela lentamente sus secretos celosamente guardados.