Si os preguntáis cómo es un alpinista que se ha pasado más de la mitad de su vida escalando, bajo estas líneas encontrarás la respuesta. Jonatan Larrañaga lleva dedicándose desde los 15 años a la escalada en montaña, donde ha vivido momentos muy fascinantes y, en ocasiones, dolorosos. La pasión que siente por este deporte le ha hecho superar todos los obstáculos que se le han puesto por el camino y ha vivido maravillosos momentos con sus amigos y compañeros, a los que les unen lazos que van más allá de una simple amistad.

Desde pequeño supo que lo suyo sería recorrer bellos paisajes, realizar expediciones y dedicarse a un hobby que se convirtió en su profesión: la escalada.


La escalada en hielo es una de las prácticas de Jonatan Larrañaga

Yumping.- Para quienes no te conozcan, cuéntanos, ¿cómo es Jonatan en su vida cotidiana?
Jonatan Larrañaga.- Un fanático de la montaña, en todas las disciplinas del alpinismo. Me gusta disfrutar de la aventura, de los compañeros, viajes, de todo lo bueno que rodea este deporte. En función de la época del año, tiendo a hacer un tipo de actividad que se asemeje a las condiciones de la montaña, ya sea hielo, esquí, freeride, escalada en roca…

Y.- A punto de cumplir los 30 años y eres todo un experto en los deportes de montaña. Dinos, ¿cómo decidiste embarcarte en esta experiencia?
J.L.- La verdad es que he tenido suerte de poder disfrutar del monte al 100% desde pequeño. He tenido mucho apoyo por parte de la familia y eso junto con la motivación, me ha llevado a poder vivir del monte.

Y.- He leído que con 19 añitos ya estabas guiando a clientes a la mismísima cima de Mont Blanc… ¿Convertiste tu hobby en una profesión?
J.L.- A los 18 años empecé la formación de guía de alta montaña en la escuela española de Benasque y a los 25 años me convertí en el guía más joven de nuestro país. La verdad es que lo tenía muy claro desde pequeño y también me ha ayudado compartir la cuerda con algunos de los mejores guías y alpinistas del mundo.

Puedes llegar a vivir momentos duros


Y.- En todas las profesiones los inicios suelen ser duros, a parte de los salientes de algunas rocas, ¿tuviste algún duro obstáculo que sortear?
J.L.- Esta profesión tiene el lado trágico de la montaña y estás expuesto muchos días a lo que se denominan peligros objetivos (caídas de piedras, avalanchas, seracs), son cosas que no dependen de ti y finalmente el factor suerte entra dentro de este juego. Por desgracia me ha tocado vivir varios accidentes de forma muy cercana, en la que varios compañeros han perdido la vida, muchas veces te planteas si merece la pena seguir, pero hay algo dentro de cada uno que empuja a continuar escalando.

Y.- La familia, normalmente, suele oponerse a que sus hijos corran peligros. ¿Cómo acogieron en casa tu trabajo?
J.L.- Como comento con anterioridad, yo he tenido un apoyo pleno en casa y eso es un punto a favor. Ya desde pequeño hacía mucho monte por Euzkadi y así es como empezó mi andadura por la montaña. De esa época tengo un recuerdo especial de una ascensión que realicé al Naranjo de Bulnes con unos 15 años, allí se me abrió la mente, cuando llegamos a la cima en invierno. Y a partir de esa experiencia empecé con el alpinismo a tope.

Y.- Para nuestros lectores y miembros de la Comunidad de Yumping.com, ¿qué consejo les darías antes de iniciarse en la escalada?
J.L.- Que disfruten del momento y del entorno que les rodea.

El compañerismo es fundamental


Y.- Entre tanta montaña y lugares tan dispersos en los que has estado a lo largo de tu carrera, ¿cuál es el sitio que recuerdes con especial cariño?
J.L.- Hay muchos destinos recomendables, pero para mí Pakistán es un punto y aparte. Dentro de lo que es el Himalaya, la cordillera del Karakorum es especial, ya no sólo por las montañas, sino  la gente, la cultura, la orografía. Es un país alucinante.
Dentro de Europa me quedo con Chamonix, para mi juicio es la meca del alpinismo.

Y.- Cuéntanos la anécdota que más te haya marcado practicando escalada.
J.L.- Recientemente tuve que acudir a un rescate en Pakistán, ya que un amigo estaba atrapado en una repisa a unos 6.500 metros de altura en el LatokII (7.100m). Esta ha sido la experiencia más intensa que he vivido en montaña. Tuvimos que dejar a Óscar ahí arriba y la verdad es que se queda un mal cuerpo que es indescriptible.

Y.- En tu deporte es muy importante que haya un gran compañerismo, sobre todo cuando realizáis expediciones de largo recorrido. ¿Cómo es la convivencia entre el equipo?
J.L.- Muy buena, yo tengo la suerte de compartir la cuerda con algunos de mis mejores amigos y eso cuando sales fuera, es muy importante. Tiene que haber buen rollo en el ambiente para que todo discurra con normalidad. Creo que es una de las cosas más bonitas del monte.

Y.- Uno de los peores momentos, sin duda, ha de ser cuando en mitad de una ruta se estropea el clima y os impide seguir adelante. ¿Es muy duro tener que abandonar la ruta por esta cuestión?
J.L.- Hay veces que la cima queda en un segundo plano y sale más a cuenta descender que estar expuesto a las avalanchas. También depende del tipo de montaña o pared estés ascendiendo, del planteamiento de ascensión que hayas tomado y de unos cuantos factores técnicos que son muy difíciles de trasmitir en unas pocas líneas.

Y.- ¿Qué es lo mejor que te llevas de cada aventura?
J.L.- Hay muchos momentos bonitos: la libertad, el paisaje, la soledad, el esfuerzo y sobre todo los buenos momentos que compartes con los colegas.

Media vida practicando escalada


Y.- ¿Qué es lo peor que te ha tocado vivir?
J.L.- En el curso de guías tuvimos un accidente mortal, en el que un buen amigo perdió la vida en una avalancha, mientras ascendíamos una cara norte en los Alpes. Este es uno de los momentos más trágicos que he tenido.

Y.- ¿Qué sentiste en 2007 al recibir el premio al mejor alpinista vasco concedido por la Euzkal Mendizale?
J.L.- Nada en especial, me alegré por ello, ya que reconocieron la trayectoria de los últimos años. Pero no soy muy apasionado de los premios en montaña.

Y.- ¿Cuál será tu próxima aventura?
J.L.- Tengo varios proyectos interesantes en la cabeza. Pero para mí la aventura es día a día, ya que al final donde más se escala es cerca de casa. Las expediciones te nutren mucho, pero hay unos cuantos factores externos que determinan a la hora de hacer cima.

La montaña es dura, pero se viven sensaciones únicas


Y.- Escalador… hasta que el cuerpo aguante, ¿verdad?
J.L.- Sí, creo que salvo lesiones, es un deporte que lo puedes practicar muchos años. Tengo amigos que con 50 años están haciendo actividad de altísimo nivel y siguen con la misma ilusión que cuando empezaron.